lunes, 21 de febrero de 2011

Fundado en Hipérboles

Las horas, anacrónicas, fueron postergando el camino hacia su vera, y un día nadie se acordó de aquel lugar.
Ella  olvidó su significado y a quien amaba. Sus lloros  junto al de los hierbajos de la ladera, se confiaron al silencio, indiferente. La estructura del inmueble,  inamovible al cambio, quedó resquebrajada hasta  los cimientos mohosos más profundos, helándose el corazón. Andar entre ausencias  ha dificultado mucho inmortalizar su encuentro. Quienes la recuerdan cuentan su historia con la esperanza de que al nombrarla despierte de su extravío. Y no es sorprendente escuchar junto al relator un lejano susurro; el vaivén de las ventanas  cansado ya del eterno viento invernal.


Isota

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