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Luciérnagas

Te rompes en el tiempo,
desapareces entre la bruma.
Eres aire sobre las copas de los árboles,
la noche vacía, sin estrellas ni luna.
Y no existes,
porque no sientes,
no lo sientes.
Lo repito, y me lo repetiré,
para dejar de buscarte.
En la oscuridad de la noche,
me guían las luciérnagas,
portan farolillos,
y las sigo, con mis ojos encendidos.
Solo quiero alejarme,
dejar que el tiempo pase,
día tras día.
Cada parpadeo agotará mi luz,
hasta desaparecer entre luciérnagas,
y así, dejaré de buscarte.

Karma



X era una neurótica implacable. De niña la sociedad y el comportamiento humano no sintonizaban con los principios  de la verdad eterna de las ciencias puras. El cambio en los pareceres de las personas que no podía justificar la despistaban así que parte de sus amigos eran televisivos. Tantas horas frente a la tele le hizo percibir el mundo con unos principios morales y bondades propios del cine o de otra cosa que no era  el mundo en que vivía.  Todo ese universo empezó a desestructurarse cuando creció y tuvo que tratar con el mundo post universitario, y en especial supongo que con los funcionarios.

Como atea y a consecuencia de los desbarajustes entre mundo cinéfilo y realidad, su neurosis y los golpes de la vida la llevó a tal existencialismo que cuando iba a la cafetería pedía el café sin decir hola ni gracias. Tal era su forma agresiva-pasiva que a los fumadores que le echaban el humo en la mesa de la cafetería , en la terraza, los miraba mientras respiraba fuerte cuando le llegaba la bocanada de humo, mientras fijaba su mirada en ellos. Si iba al cine a los patea-asientos les respondía haciendo como que convulsionaba en la silla, y si alguien se le acercaba mucho en la guagua extendía el brazos y  lo pasaba por detrás de la espalda en el asiento de acompañante. Y de vuelta a casa si había un capullo mirándola lascivo, simulaba un baile break dance, algo insólito que simulado puede generar más desconcierto aún.

Para combatir las diferencias entre su mundo ideal y real, su incapacidad de conciliarlos y su ateísmo, empezó a analizar y darse cuenta  de que el karma la acechaba en cualquier esquina. Si algo le iba bien padecía un miedo atroz a manifestar su gratitud, porque una vez dicho todo se torcía.
Muy consciente de su superstición puso a prueba su teoría, y para asombro de los escépticos siempre se cumplía. Si había pasado un periodo en el que no enfermaba y guardaba los medicamentos, volvía enfermar. Si había conseguido algo importante relativamente fácil , cosa rara en este mundo, y se lo contaba a un amigo, no es que este muriese ni nada trágico, pero surgía un problema posterior con lo conseguido.
Si hacía una nueva amistad y empezaba a contar con su presencia, esta se marchaba a Londres o China, en principio creemos que no huyendo de ella. Esto era el colmo de un neurótico porque era poner a prueba el pensamiento irracional de que hay que sufrir para que las cosas salgan bien. En definitiva, nunca se alegraba demasiado por algo frente a la inminente amenaza de perderlo. Y por tanto, ante la idea de abrazar la felicidad en el presente , al abrazarla tan fuerte y aferrarse por temer a perderla, la ahogaba, a la felicidad,  desvaneciéndose.





Madre por un suspiro



Un retoño de esperanza
nos regaló su firme presencia
Contagiaba vida con la fuerza de la suya.
Innegable su ser como leve; se me escapó, diminuto, como un pajarillo.
Desvanecido en la oscuridad sueño que sea luz en medio de esta penunbra.

Noviembre


Una flor de tu jardín 

No perdono a la muerte enamorada 
no perdono a la vida desatenta
no perdono a la tierra ni a la nada
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta
Quiero escarbar la tierra con los dientes
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte

Elegía, Miguel Hernández


Memoria.


No me acuerdo de más de un cuarto de mi vida
Una parte son sueños
Otra parte perdida hasta que un día alguien, un estímulo, enciende la lámpara de un cuartito y recuperamos parte de lo que sucedió en  aquella casa. ¡Cuidado con lo que hay en el sótano!
Otra  se nos escapa, fugaz.
Y lo que está, ha sido transformado por nuestra manera de recordar, aunque no por ello estemos menos agradecidos.  
No te ofendas, mi memoria;
mientras más evocamos, más deformamos 
y queda el consuelo de lo esencial, que ya es mucho.
Lo que podía revivir en una juventud temprana, nitidez de detalles , secuencias de los hechos,
ha dado lugar en la madurez una juventud no tan tardía, a evocaciones más imprecisas, observaciones a medias,  imágenes que han ido pasando de un merecido Jpg a un Gif.
¡Olvidos coño!

Otro comienzo... que sigue.

Hola

Eones se quedaron en suspense. Congelados. Así fue. Lo he intentado, he escrito algunos cuentos, isotadas, opiniones llenas de ingenio (ejem). Pero nada.
Al final he decidido echarle valor y hablar de lo importante.
Así que sin rodeos, suelto lo más intimo que pueda contar últimamente sobre mi, y me voy de rositas.

No he podido  soñar con mi madre hasta ayer. Dicen que es que a veces no recordamos nuestros sueños pero yo estoy segura. Ayer me quedaba dormida, yendo de la mano de lo onírico soñé que me acercaba a ella, a mi madre,  y ella reía. Estaba medio de lado y hablaba con más gente,contenta. Se alegró de verme y yo iba hacia ella como si nada. Sólo por unos segundos, fue un instante y lo fue todo.
Creemos nuestros sueños mientras son, yo quería ir a abrazarla y por eso desperté de un salto. 
Y por eso no sueño con ella, desvaneciéndose su dulce mirada.
Esperaré.
Si un día mis emociones encuentran ese angosto camino hacia mi razón, soñaré tranquila que abrazo a mi madre.

Besos


Eones de soledad.


Sueña donde no te haga falta respirar
Te esperan flores de mundo en el campo; blancas y hermosas que te quieren agasajar y cuidar.
Nuestra bella flor descansa y de vez en cuando acaricia nuestro mundo
Mami, sin ti la soledad es infinita.

De cómo me siento



La Noyée está a mi lado hacia el amanecer, pese a que mora en el agua  yo camino a temperatura normal. Cuando atardece y se oculta el sol comienzo a ser casi todo líquido y tirito con la Comptine d'Un Autre Été.
Me voy entumeciendo y  torpe, doy tumbos para entrar en calor. Inevitablemente choco, me resquebrajo  y caigo al suelo, que por suerte no es moqueta. Mis ojos, que ni están juntos ni ya ven bien, disparan señales erráticas a mi cerebro que hace aguas -nunca mejor dicho- , y hacen creerme que veo algo importante al final de mi reguero.

Al final miro, o creo ver, alguna cosa que identifico como mi miseria,  y musito , muy bajito, para que no me encierren y porque no puedo articular debidamente: - Al menos estás fuera de mí por un rato.

Cuando vuelvo a mis cabales y doy fe de que todo está en su sitio, excepto tal vez, mi cordura, me voy a la cama con la mantita y espero en posición fetal a la Noyée. Mi miseria está conmigo, todo está en su sitio.




Descabellada de azafrán



¿A quién seducen los girasoles con sus tallos erguidos y sus sonrisas nobles?

Alí Al Haded

En busca de quimeras


Mi corazón es un océano de rostros y de manos


y yo entro en él sin darme cuenta


con mi equipaje de arena

aferrado al timón del viento


a la proa de los años

donde una voz que no es mi voz

eleva el ancla de este pequeño barco

que se aleja con mi infancia a bordo



Mario Meléndez, El barco del Adiós.



En mi Ventana



(...) Igual que el tallo de la flor del cielo,
tu alteza se perdía en su belleza...

Juan Ramón Jiménez 

Escapar


(...) quise encerrarme dentro de mi mismo,
y tuve hambre de espacio y sed del cielo
desde las sombras de mi propio abismo.

Rubén Darío

Mira que me quedo sola.

Habitadora de cerebros huecos,
mecánica, filósofa, alquimista,
encubridora vil, lince sin vista,
espantadiza de tus mismos ecos

Lope de Vega, A la noche



Y yo en este viejo pueblo paseando sola, como un fantasma...



A mi  casa la azotan los rayos y un día se va a partir en dos. 
Y no sabré dónde guarecerme porque todas las puertas dan afuera del mundo. 
Mario Benedetti

Título: Antonio Machado

Evocaciones Náufragas




(...) Con el paso lento, y los ojos fríos
y la boca muda dejarme llevar;
ver cómo se rompen las olas azules
contra los granitos y no parpadear;
(...)
Perder la mirada, distraídamente
perderala y que nunca la vuelva a encontrar:
y, figura erguida, entre cielo y playa,
sentirme el olvido perenne del mar

Alfonsina Storni


Nuevo atardecer

Creo que un viejo marinero que haya viajado por todo el mundo, puede saber en qué mar 
se encuentra por la manera de moverse el barco.Relato de un Náufrago


Gabriel García Márquez


Iluminaba y perfumaba todo mi planeta




Y fue  Ana Delia quien las  inmortalizó.