"La soledad del que va en autobús"
Respiros
A la misma hora en nuestra playa, llegamos con el cielo gris. Sin dudar nos metimos y a mami la dejan a su aire. Voy hasta las boyas, allí no se oye a nadie y el agua está más limpia. Miro hacia los lados y veo puntitos en el agua ¡llueve!, y como baja la niebla. A mitad de camino dudo, un azote en mi cuerpo y en mi alma, me golpean los sentimientos, exhalo un quejido y sigo, hoy sí puedo seguir; siempre sabiendo que están allí, mi familia. Nado justo en línea recta a ellos. Me pongo a flotar boca arriba sumergida en un mundo acuático, un mundo de silencio y lluvia que cae en mi cuerpo, el vaivén del mar, y me atrevo a abrir los ojos. Cuando está despejado nunca lo hago, pero las nubes están bajas y siento que si resbalara al cielo ellas me sostendrían. Así que los abrí sin miedo, y miré las nubes de varios grises, un mundo que forma parte de mi.
Karma
X era una neurótica implacable. De niña la sociedad y el comportamiento humano no sintonizaban con los principios de la verdad eterna de las ciencias puras. El cambio en los pareceres de las personas que no podía justificar la despistaban así que parte de sus amigos eran televisivos. Tantas horas frente a la tele le hizo percibir el mundo con unos principios morales y bondades propios del cine o de otra cosa que no era el mundo en que vivía. Todo ese universo empezó a desestructurarse cuando creció y tuvo que tratar con el mundo post universitario, y en especial supongo que con los funcionarios.
Como atea y a consecuencia de los desbarajustes entre mundo cinéfilo y realidad, su neurosis y los golpes de la vida la llevó a tal existencialismo que cuando iba a la cafetería pedía el café sin decir hola ni gracias. Tal era su forma agresiva-pasiva que a los fumadores que le echaban el humo en la mesa de la cafetería , en la terraza, los miraba mientras respiraba fuerte cuando le llegaba la bocanada de humo, mientras fijaba su mirada en ellos. Si iba al cine a los patea-asientos les respondía haciendo como que convulsionaba en la silla, y si alguien se le acercaba mucho en la guagua extendía el brazos y lo pasaba por detrás de la espalda en el asiento de acompañante. Y de vuelta a casa si había un capullo mirándola lascivo, simulaba un baile break dance, algo insólito que simulado puede generar más desconcierto aún.
Para combatir las diferencias entre su mundo ideal y real, su incapacidad de conciliarlos y su ateísmo, empezó a analizar y darse cuenta de que el karma la acechaba en cualquier esquina. Si algo le iba bien padecía un miedo atroz a manifestar su gratitud, porque una vez dicho todo se torcía.
Muy consciente de su superstición puso a prueba su teoría, y para asombro de los escépticos siempre se cumplía. Si había pasado un periodo en el que no enfermaba y guardaba los medicamentos, volvía enfermar. Si había conseguido algo importante relativamente fácil , cosa rara en este mundo, y se lo contaba a un amigo, no es que este muriese ni nada trágico, pero surgía un problema posterior con lo conseguido.
Si hacía una nueva amistad y empezaba a contar con su presencia, esta se marchaba a Londres o China, en principio creemos que no huyendo de ella. Esto era el colmo de un neurótico porque era poner a prueba el pensamiento irracional de que hay que sufrir para que las cosas salgan bien. En definitiva, nunca se alegraba demasiado por algo frente a la inminente amenaza de perderlo. Y por tanto, ante la idea de abrazar la felicidad en el presente , al abrazarla tan fuerte y aferrarse por temer a perderla, la ahogaba, a la felicidad, desvaneciéndose.
"Lo que no te mata te deja bien jodida como mensaje en la alarma delmóvil"
El ingenio de Erickson
Otro comienzo... que sigue.
Creemos nuestros sueños mientras son, yo quería ir a abrazarla y por eso desperté de un salto.
Si un día mis emociones encuentran ese angosto camino hacia mi razón, soñaré tranquila que abrazo a mi madre.
Eones de soledad.
De cómo me siento
Me voy entumeciendo y torpe, doy tumbos para entrar en calor. Inevitablemente choco, me resquebrajo y caigo al suelo, que por suerte no es moqueta. Mis ojos, que ni están juntos ni ya ven bien, disparan señales erráticas a mi cerebro que hace aguas -nunca mejor dicho- , y hacen creerme que veo algo importante al final de mi reguero.
Al final miro, o creo ver, alguna cosa que identifico como mi miseria, y musito , muy bajito, para que no me encierren y porque no puedo articular debidamente: - Al menos estás fuera de mí por un rato.
El tormento de Jack
Finalmente se convertirá en un hombre libre y tiene un buen motivo esperándole; cogerle la mano a Marla.
Palermo
Mecánica con Bso
La canción es You shook me all night long ♪, un título burdo al que dan ganas de contestarle
Fundado en Hipérboles

Isota
Pero continuaba firme y sin mover un músculo, mirando hacia adelante, siempre con el fusil al hombro.
Eran rojos y tenían esa almohadilla que siempre terminaba desgastándose en los auriculares. Me encantaba la voz del narrador de aquel soldadito de plomo y los dibujos de aquel libro. Hasta el formato de la letra me parecía genial.
Y no tuve valor por mucho tiempo de escribir esto porque me invade la nostalgia del cuento y de que mi tío ya no esté.
No éramos muy cercanos pero siempre tenía detalles, que él vería tan sólo como tales, pero que a mi , que sin aires de victimismo me describo como una buena niña pero muy enfermiza y con poca vida social (y mi hermana aun no estaba en proyecto), me brindaba la posibilidad de vivir un cuento, imaginándolo adormecida, y aprendiendo.
No me imagino (pese a cierta presión social a la que intento hacer caso omiso la la rá ) teniendo niños aun, pero si algún día se da el caso le compraré el libro de El soldadito de plomo y el cd o mp3 o el microchip en el que venga. La desesperanza puede que sea mayor sin una religión, y la alternativa de creer en otras personas conforme va pasando el tiempo la cosa con suerte si no empeora se mantiene, así que me gusta pensar que llegado el momento dejamos una huella, como los aros de un árbol, en la memoria de los que aun estén.
El soldadito se halló en medio de intensos resplandores. Sintió un calor terrible, aunque no supo si era a causa del fuego o del amor. Había perdido todos sus brillantes colores, sin que nadie pudiese afirmar si a consecuencia del viaje o de sus sufrimientos. Miró a la bailarina, lo miró ella, y el soldadito sintió que se derretía, pero continuó impávido con su fusil al hombro. Se abrió una puerta y la corriente de aire se apoderó de la bailarina, que voló como una sílfide hasta la chimenea y fue a caer junto al soldadito de plomo, donde ardió en una repentina llamarada y desapareció. Poco después el soldadito se acabó de derretir. Cuando a la mañana siguiente la sirvienta removió las cenizas lo encontró en forma de un pequeño corazón de plomo; pero de la bailarina no había quedado sino su lentejuela, y ésta era ahora negra como el carbón.
Hans Christian Andersen
Nadie, ni siquiera la lluvia, tiene unas manos tan pequeñas (Cuento 2)
1.
Oveja se debatía entre una historia sensiblera y moña, o algún relato entretenidillo que rondase entre lo noble y lo irónico.
Pasaba por un momento en el que la continua lucha de su razón entre lo onírico y lo real la había convertido en una oveja con ataques huraños y al rato con ataques de risa.
La angustia añadida siempre era arriesgada para escribir, pero era la única que siempre le empujaba a hacerlo.
Desde pequeña había adoptado una actitud evasiva ante todo (tele, videojuegos, enormes ovillos por toda su habitación) .Un día, cansada de andar por casa en bata, decidió que su evasión iba a alcanzar dimensiones mayores.
Oveja iba a convertirse en una superheroína. Era una idea absurda, era radical y además, era como un empleo.
Lo primero era lo primero. ¿Cómo era la oveja? Tendría que hacer una introspección personal y encontrar sus verdaderas motivaciones y anhelos, sus complejos y miedos. ¿Quería realmente abrir esa puerta?
¿No?
Pues ya sabía algo nuevo sobre su personalidad de héroe.
La oveja iba a ser una superheroína cobarde.
(Quejas y enfurruñamientos)
Aturdida ante este primer desafío llamó a sus amigos y alma gemela Potrillo, para que ellos amablemente le dijesen lo buena y especial que era. Así no tendría que enfrentarse nunca más a la impertinente pregunta y podría pasar directamente a una de sus partes favoritas: el traje elástico e incómodo que se iba a poner (y complementos).
Llamó a sus seres queridos quienes hablaron alegremente de sus virtudes. Y sutilmente sobre posibles miedos y anhelos, críticas constructivas desde el cariño. Posibles alternativas y muchos ánimos.
Oveja, agradecida por el tacto de aquellas personas que decían ser sus amigos (sollozos), decide que esa fase tampoco era tan importante, que mira que se han copiado los superhéroes entre sí y nadie ha dicho nada. Porque las críticas de unos cuantos frikis en un foro cualquiera, ¿a quién le importaba?
Desalmada y sola, oveja apartaba a sus amigos y a potrillo con un asterisco en la agenda del móvil y ojeaba desde la decepcionante frikipedia hasta la wikipedia “de toda la vida”, los detalles de los trajes.
“Sin capa eso seguro. Le gusta el rojo pero ¿Qué pasaba si la comparaban con Flash, Iron Man, Spawn y el Hulk actual? Por no nombrar a aquellos que lo combinan con azul. El rojo no.”
Tal vez una capa sí, y tal vez se ahorraría hasta la vestimenta. Sería como la superoveja de Worms. Un poco exhibicionista pero eso no importaba porque vivía en un pueblo turístico.
Oveja había encontrado una manta mugrienta que arrastraba cuando que era pequeña, marrón y lila, que en sus tiempos era blanca. Y se la había amarrado en el cuello a modo de capa.
Lista de cosas para ser una superheroína:
Traje Superheroína, hecho.
Profesión: héroe desempleada
Tara: impulsiva, hábito contagiado por
Poderes: ¿?
Personalidad: no está hecha del todo y odio a mis amigos; "mis cosas buenas no pegan para ser una oveja superheroica”
Estaba molesta y sabía por qué.
Pensó en aquellas conversaciones telefónicas con sus amigos, y enfrentándose por fin a una reflexión, la primera e infantil, quiso estudiarla desde un punto de vista objetivo, intento que terminó por desquebrajarse y confundirse con los trocitos de su espejo emocional. Ni menos ni más acertada, era suya.
Lista de cosas para ser una superheroína:
Traje Superheroína, hecho.
Profesión: héroe desempleada
Poderes: ¿mentales?
Personalidad: nerviosa, tímida, ingenua, y cosas buenas también: ocurrente, optimista, (Ya me las arreglaré a ver que se saca de ahí)
Le gusta Danse des cygnes, Tchaikovsky y aquella canción de Holiday que decía...
Some day, when i’m awfully low,
when the world is cold,
i will feel a glow just thinking of you…
(Oveja quita los asteriscos de la agenda)
Pto. de la Cruz
No se veía un alma en la playa de la avenida de Colón. No le extrañaba porque hacía frío. Se había pegado un pateo hasta la estación, había pasado por mercadona y se había aprovisionado (empanadillas de atún y coca cola), y había estado cuarenta y cinco minutos en la guagua con Tchaikovsky a todo trapo para no oír la cadena dial preferida del chófer. Y ahora hacía frío. No importaba.
Si algo relajante tiene la playa es su ruido. Las olas que quiebran al mar te desconectan un poco de todo lo demás.
Las piedras estaban lisas por su vaivén. La erosión había supuesto un tiempo, y las había ayudado a compartir su recorrido con menos dificultad. Se habían adaptado.
Tenía una toalla que llamó la atención a un pastor belga negro que decidió realizar un sprint desde la avenida hacia ella. El perro venía con una cara de alegría que era imposible pensar que venía a atacarla, a no ser que fuera un perro zorro. Pero se sabe que los perros zorros se acercan haciéndose los zorros.
Se quedó feliz olisqueando la toalla, y ella feliz mirando. Desde el otro extremo de la playa la dueña daba voces, pero el perro alegre estaba ocupado viendo los diferentes tonos de grises que para él tenía la toalla colorida de esta, nuestra humilde personaje.
Su dueña por fin se acercó con un vago caminar. Daba la impresión de estar molesta porque su perro había puesto en evidencia su autoridad. Para entonces el perro feliz se había olvidado de la toalla y había investigado unos metros más allá con la nariz llena de arena, sin mucho éxito en la búsqueda. No lo tenía enseñado, el perro le hizo caso ya cuando estaba justo a su lado.
Afuera habían unos surferos aburridos porque las olas venían muy cerradas. Posiblemente los mismos surferos que siempre van, por esa idea tan primitiva de territorialismo de surfers y bugueros; los surf spots.
Pero surfeaban.
Asintío rodándose para un lado y el hombre se sentó. Viendo pasar su tarde, con la mirada de aquél que se siente mucho más joven pero ha de hacerlo a través de sus ojos ajados por el inevitable paso del tiempo, le contó casi menos la historia del sítio en un momento. Tenía un deje de canario costero que tan nostálgico le resultaba. Le habló de la importancia de su puerto, del comercio local, del castillo de San Felipe. Le dijo que de joven estuvo trabajando en la fábrica de cemento y que un despiste casi le cuesta la vida. Hablaba con la actitud despreocupada de quien no tiene cuenta de lo que piensen de uno. A ella le gustaban las historias que describían las cosas con una causalidad más clara. Aquello que no incluía tanto a los sentimientos y pareceres. Si hablaba de un monumento histórico y de quien había estado de paso cuando se construía , y para que se utilizó, y que a partir de que el puerto de Garachico se convirtiera en Mordor Capital, comenzó el comercio del vino en esta ciudad, las opiniones se relajaban, no era como cuando uno te contaba sobre su vida y sus ideas. Eran hechos y estaban ahí, sin tantas contemplaciones. Y eso la tranquilizaba.
Se despidió del lugareño que se había quedado pasmado mirando el paso de unos vendedores ambulantes.
En la estación había un estudiante con apariencia de rastafari casual hablando por los codos a una señora para que firmara una protesta, y ella le repetía ¡No me aburra joven! El joven se alejó con la música a otra parte.