Seguir respirando
Una respuesta fisiológica y automática, ¿verdad? Pero a veces, respirar correctamente se convierte en todo un trabajo. Especialmente si, por ejemplo, estás nervioso. Tu respiración se vuelve entrecortada, tu cuerpo te lo comunica con diversos síntomas, pero estás bloqueado para percibirlos. En un caso extremo, podrías incluso morir, ahogado por tu propia ansiedad. Déjame explicártelo con un ejemplo:
Vas por la calle, y no necesariamente con la cabeza gacha, demostrando al mundo tu angustia. No, al contrario, caminas con la cabeza bien alta. Ahí estás, regalando saludos que solo alimentan tu fobia social. Tu respiración es inadecuada. Te encuentras con una señora, conocida de toda la vida por tu familia y los vecinos, una especie de "Vieja del Visillo", aunque sin ambiciones políticas. Parece agradable, pero su única misión al verte es sacar información para repartirla generosamente por el barrio.
Después de esa interacción incómoda, sigues tu camino y llegas al paso de peatones. Justo en medio, porque el dramatismo siempre es oportuno, un conductor impaciente te lanza una mirada que te juzga. Ahí está, disfrutando de tu inminente colapso.
Y entonces ocurre. Te estás muriendo. No esperes ayuda del pequeño grupo de curiosos que se forma a tu alrededor. Están demasiado entretenidos viendo algo fuera de lo común. Tú, claro, siendo el espectáculo en medio de la carretera. Mientras caes al suelo y luchas con la agonía, te ofrezco dos opciones. La primera: déjate llevar. Has respirado mal durante tanto tiempo que quizás, en cierto modo, te lo has ganado. No pierdas tiempo en ponerte nihilista, pensando en lo estúpido que fue tratar de encajar en todas partes.
La segunda opción: respira. Respira de manera consciente. No para escapar del abismo, sino por una razón cualquiera, tan ridícula como quieras. Quizás no seas tan mala persona. Incluso podrías resultarte simpático. Después de todo, dicen que hay que tocar fondo para cambiar algo, y aquí estás. ¿Qué deseas hacer?
Tras unos segundos prudentes, sin haber sufrido daños irreversibles por la falta de oxígeno, elige. Y si decides tomar aire, levántate. Agradece a tu público por su inacción telepática, y saluda al amable conductor que no te atropelló mientras colapsabas. Luego sigue tu camino. Eres libre.
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